jueves, 12 de febrero de 2009

Carta química

Cloro, amada Cloro:

Mi querida alógena, eres tan esencial para mí, como para las plantas, aunque déjame aclarar que ellas no te aman como yo, ni se mueren por compartir sus electrones contigo, yo por supuesto sí, mis electrones son todos tuyos.

Y aquí frente a “IUPAC” y a todos aquellos que lean esto, yo el Calcio me comprometo a amarte ante todo, y a no dejarme atraer por ninguna otra “no metal”, porque mi núcleo solo pertenece a ti.

Al verte, mis electrones se excitan, tanto así que ni la electrólisis nos podría separar.

Aunque muchos me digan que eres una mala compañía, que tú afectas el sistema respiratorio y la piel además de provocar edema pulmonar, no me importa, mi amor por ti arde tanto como un mechero Bunsen, más que el agua al hervir.

Me agradaría ser “Cloruro de calcio” contigo, solo contigo, con ningún otro cloro, solo contigo mi hermosa “amarilla-verdosa”.

Quiero ser un medicamento junto contigo, para evitar que yo solito afecte a los demás.

Aunque sé que si somos chicos dejarías de ser “amarilla-verdosa” y yo dejaría de ser “blanco-plateado” pero seriamos blancos o incoloros, imagínate, podríamos ser como los fantasmas, incoloros, jajaja y nuestro amor podría ser perpetuo.

O divina y maliciosa amada, cloro de mis neutrones, preciosa ortorrómbica, este humilde alcalinotérreo quiere ser algo más para usted, que un simple elemento, un compañero más de la tabla, este metalito quiere formar con usted, mi reina de la irritación respiratoria, un compuesto capaz de superar las expectativas de los hombres.

No quiero que irrites sola, déjame acompañarte en esta ardua tarea.

Es tan asombroso como el gran “Lewis”, pues tan solo con verte me enamore, quisiera llevarte a México, Italia, Australia, Japón, Alemania y Francia, quisiera que compartiéramos nuestra electronegatividad por siempre y para siempre.

Con amor, tú meloso paramagnético: El Calcio

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